Cuando reflexionamos sobre arquitectos españoles reconocidos, solo nos vienen a la mente nombres masculinos como Eduardo Torroja, Josep Lluís Sert o Ricardo Bofill, entre otros. Pero ¿qué hay de las mujeres? ¿Podrías indicarnos 5 arquitectas españolas?
Es precisamente por este motivo, que hoy, 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, es crucial reivindicar el papel de la mujer en la arquitectura y por este motivo desde OCAI queremos que conozcas (si es que no la conoces ya) a la primera mujer titulada en arquitectura de España. Por qué sí, creemos que hay que reivindicar a mujeres que han marcado hitos dentro del mundo de la arquitectura y el urbanismo. Vamos a conocerla un poco más…
Matilde Ucelay
Matilde Ucelay perteneció a esa generación de mujeres de la burguesía ilustrada española que, educadas en ambientes liberales, artísticos y profesionales, que empezaron a acceder a las universidades en las primeras décadas del siglo XX.
Nacida en Madrid en 1912, fue una figura pionera en la historia de la arquitectura española. Comienzó sus estudios en el Instituto Escuela, que seguía la tradición de la Institución Libre de Enseñanza, y lo compagina con la carrera de piano. Desde temprana edad, mostró ya una destacada inclinación hacia el estudio de la arquitectura, destacándose como una estudiante brillante.
En 1931 comienzó sus estudios en la Escuela de Arquitectura en 1931, destacando por su dedicación y talento excepcional, llegando a realizar dos cursos en uno. Cuando terminó la carrera sus compañeros le ofrecieron un homenaje al que asistió Amós Salvador, ministro de Gobernación. Esto ocurrió a pocos días antes del inicio de la guerra, en 1936. Ese mismo verano, Matilde Ucelay entró a formar parte de la nueva junta de gobierno del Colegio de Arquitectos de Madrid, donde permaneció hasta octubre de 1936. Este hecho le supondrá conseqüencias graves tras la guerra.
En 1937, Matilde Ucelay y su marido, el editor José Ruiz-Castillo, propietario de la editorial Biblioteca Nueva (editor de varios autores de las generaciones del 27 y del 98), se trasladaron a Valencia, la capital de la República en ese momento. Allí, compartieron una casa de refugiados con Rafael Alberti y Teresa León y Arturo Ruiz-Castillo y Rosa Bernis.
Tras la guerra, en 1939, Matilde Ucelay regresó con su familia a Madrid y fue entonces cuando le cayó encima toda la carga de la represión: sufrió arresto domiciliario, una importante sanción económica, la prohibición de firmar proyectos privados durante cinco años, la prohibición de trabajar en el sector público y de ejercer cargos directivos de por vida. Estas sanciones fueron ejecutadas a través de dos depuraciones profesionales a cargo del Gobierno y a través de tres consejos de guerra a cargo de las autoridades militares. El castigo, y la violencia institucional, que recibió Ucelay por haber pertenecido a la junta de gobierno del Colegio de Arquitectos fue más severa que la que recibieron sus compañeros varones.
A pesar de las adversidades, Ucelay perseveró y continuó ejerciendo su profesión durante cuatro décadas como profesional liberal en solitario, y lo hizo durante la dictadura franquista, que negaba los derechos legales y económicos a las mujeres. Los arquitectos Aurelio Botella y José María Arrillaga, firmaron algunos de sus proyectos durante el periodo de inhabilitación profesional que ella sufrió entre 1942 y 1948.
A lo largo de su carrera, desarrolló alrededor de 120 proyectos, destacándose por su enfoque en la arquitectura residencial de alta calidad, dirigida a una clientela de alto poder adquisitivo Sus obras se caracterizaban por espacios luminosos y amplios, con énfasis en la integración de la naturaleza a través de hermosos jardines, con el objetivo de crear ambientes que propiciaran la felicidad de sus habitantes. Algunas de sus obras más destacadas incluyen la Casa Oswald en Puerta de Hierro en Madrid, la Casa Benítez de Lugo en las Palmas de Gran Canaria, y la Casa de Guillermo Bernstein, entre otras. Además, dejó su huella en el diseño de librerías, como Turner e Hispano-Argentina en Madrid.
A pesar de su destacada contribución a la arquitectura española, el reconocimiento formal llegó tarde en su vida. En 2004, fue galardonada con el Premio Nacional de Arquitectura, un merecido reconocimiento a su trayectoria, aunque lamentablemente, debido a su avanzada edad, no pudo recoger personalmente el premio.
Matilde Ucelay falleció cuatro años después en Madrid, dejando un legado perdurable en la arquitectura española y un ejemplo de determinación y talento para las generaciones futuras.